Aunque no te puedo ver,
sé que estás aquí.
En el susurro del viento,
en la calma después del día gris.
No te veo, pero te siento
cuando el mundo calla,
cuando mi alma se aquieta
y la esperanza no se apaga.
Estás en cada señal pequeña,
en el abrazo sin motivo,
en la lágrima que limpia
y en el silencio compartido.
Quizá no tengas forma ni nombre,
pero sé que estás aquí,
guiando lo invisible,
sosteniéndome…
sin que yo lo pida.